A través nuestro viaje en Chile, la gente nos ha hablado mucho de los mapuches. Ancestros de las tierras que estamos cruzando. Los chilenos tienen opiniones compartidos en cuanto a la situación actual de los Mapuches. Unos dicen que fueron robados y que hay que soportarlos; los demás los identifican como “bueno para hacer nada”, solo bueno para recibir el dinero del gobierno. Hay que decir que la política no ayuda. De hecho, cualquiera persona teniendo descendencia mapuche hasta la tercera generación tiene derecho a recibir beneficios del gobierno. Becas de estudio, de viaje educativo, de proyecto etc… son así distribuidas. Es obvio que en esta situación, cada chileno consulta su árbol genealógico para saber si él también tiene derecho a recibir algo.
El fenómeno descrito es observable en otros lugares. Por ejemplo en Australia: el hombre occidental coloniza las tierras indígenas, alejando el ser humano de sus tradiciones y raíces. Unos siglos después, el gobierno distribuye un montón de dinero para pedir perdón del mal hecho en el pasado. A este momento, “una cultura” aparece de nuevo con un aspecto totalmente distinto.
Tal cual es el caso en varias etnias, comunidades o tribus, la cultura se ha convertido. Actualmente, es muy raro encontrar una comunidad viviendo como al amanecer de la humanidad. El aficionado de autenticidad quedara con una grande decepción, hay siempre un objeto para ensuciar las raíces de la autenticidad. Pero bueno, más vale ver el presente del pasado y entender como esta cultura va a seguir con el tiempo.
En el caso de los Mapuches, después haber luchado varios siglos contra los conquistadores, de los cuales han salido ganadores. Es con el gobierno chileno que se ha establecido una nueva guerra. Reclamo de tierras, bienes etc… ¿Quién tiene la razón? A ustedes de opinar.
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Para saber más sobre la temática, andamos en los Andes chilenos, donde los Araucarias cruzan nuestro camino. Este árbol endémico de la región de Araucania es único con su multitud de espinas aceradas. Duro trabajo por el pehuenche (mapuche de la cordillera) deseando cosechar la fruta tan apreciada, bautizada Pewen o piñon. Este último contribuye a la economía de las comunidades de la cordillera. Aquí, el piñón se cocina a todas las salsas: fermentado (bebida llamada Muday) para refrescarse de los días soleados, hervido para saciar su apetito o atropellado para hacer una harina al sabor refinado.
Otra especialidad culinaria, las tortillas (pan de forma redonda). La manera de cocinarlas es muy particular. Después de haber hecho una pasta a pan de manera tradicional, la cubren con cenizas calientes. 20 minutos más tarde, hay solo que extraer la tortilla y rascarla con un cuchillo para quitar la parte quemada. Después de esta etapa, no falta más que comerlas y disfrutarlas.
Antes, el Mapuche vivía en una Ruka, casa redonda donde la puerta de entrada es orientada al oeste (de donde sube el sol) permitiendo así leer la hora con arreglo a las sombras reflejadas en la casa. El techo no es cerrado, permitiendo así la evacuación del humo. Actualmente, se cuentan sobre los dedos de la mano, los mapuches viviendo en una Ruka. Preferieron pasar del sol de tierra al cemento de las construcciones más modernas, lo que totalmente comprensible.
Nuestra opinión
De manera general, la cultura se ha totalmente perdido y es conservada por fines turísticos. Raros son los que guardan su cultura por ganas. La mayoría cedió al dinero dejando sus tradiciones y sus raíces. La ropa es llevada para atraer al turista encantado. Sin embargo, la cocina tradicional queda en las costumbres del mapuche.
Espectáculo triste en las calles de Ralco : Solo se debe hacer unos pasos para observar que la cultura indígena se resume en botellas de Escudo o de Cristal (Cervezas locales). De mañana como de noche, almas perdidas deambulas en las calles, tropezando a cada paso delante de los numerosos bares del centro. Hay tantos borrachos que tenemos la impresión de estar en el plató de rodaje de una película primera serie sobre la vuelta de los zombis.