Angel dirigente Maikiuants » Como lo han visto, vivimos en el paraíso. ¿Pero por cuánto tiempo más? Por querer salvar nuestro territorio, estoy amenazado de muerte»
El sábado 29 de abril, estábamos en camino para encontrar a los Maikiuants. ¿Quién íbamos a encontrar? ¿Vamos a ser aceptados al seno de esta comunidad? Una experiencia única en el corazón de la amazonia ecuatoriana.
Temprano en la mañana, estamos en la oficina de la aerolínea «Aero morona». Erik (Nuestro amigo ecuatoriano quien nos ha propuesto hacer este reportaje) está acompañado con Vincente, representante de una comunidad shuar (indígenas repartidos por Ecuador y Perú). El motor de la avioneta se prende. Filmando, contemplemos esta densa selva sin saber lo que vamos a vivir.
Después de treinta minutos de vuelo, aterrizamos en el primero pueblo. Los niños corren para refugiarse en sus casas pensando que somos médicos. Las sonrisas son borradas por las miradas interrogativas «Que están haciendo aquí si no es para vacunarnos».
Aterrizaje en el primer pueblo
Entramos en la casa de Vincente , en la cual su esposa nos ofrece un tazón lleno de chicha de yuka fermentada. Hablaremos más tarde de este aspecto cultural. Conversamos con la gente quien feliz de recibirnos nos prepara un baile típico en el fin de la tarde. De verdad, este pueblo nos parece muy simpático, pero poco interesante en cuanto a lo que buscamos. Las viviendas tradicionales se han convertido en casas de madera simples. Podemos mismo encontrar el internet y varias otras tecnologías llevadas por la modernidad. Erik nos confía que los Maikiuants no han seguido este modelo de vida.
Terminamos este día comiendo unas larvas enormes que la gente extrae del suelo. Aquí, se llaman Ijiach. Cocidas en hojas de plátano al estilo «ayampaco», las larvas han guardado toda su grasa. El aspecto como el sabor es bastante repulsivo. Como dejamos una buena parte de estas, las mujeres se apuraron de comerlas de una vez. Hay que nacer con este sabor para poder gustar.
El día siguiente, nos vamos por un camino a través de la selva. Llueve un montón durante toda la caminata, transformando el camino en un barro espeso. A veces, nos hundimos hasta el cinturón. De repente, el temor es que las lluvias fuertes hayan aumentado el nivel del río. Llegando a su altura, Vincente nos confirma que podemos pasar. Nos vamos y llegamos bien por el otro lado. Después de 4 horas de caminata, alcanzamos el pueblo de los Maikiuants, situado a 1000 metros de altura en la mitad de la selva amazónica ecuatoriana. Las «Jea» (viviendas shuar tradicionales) emiten un humo blanco. A primera vista, parece que no hay nadie en el pueblo. Esperamos en una cabaña retirada para ver lo que pasa. Erik vuelve y nos anuncia que solo podemos quedar 3 días por la razón que no pueden encargarse de nuestra comida. Sentimos que había algo más atrás de todo esto. Caminamos hacia la sala de reunión a donde una parte del pueblo nos espera para hablar. Las miradas son pesadas, ninguna sonrisa. un hombre lleva una lanza en su mano y está vestido tradicionalmente. Nos está mirando. Su mirada muestra que es un hombre fuerte. Debe tener la imagen del shuar que los colones encontraron 5 siglos atrás.
Jea, vivienda tradicional shuar
Por la historia, los colones los habían llamados los Jivaros (Los salvajes). Este pueblo indígena fue codiciado por numerosos etnólogos por sus leyendarias tsantsas, las cabezas reducidas. Después de haber matado un enemigo importante de una otra comunidad, los shuars cortaban con cuidado la cabeza del perdedor. Después de un proceso de ebullición y de desecación etc… la cabeza reducida se llevada al cuello como trofeo de guerra. Permitía de expulsar los malos espíritus del fallecido, así como evitar nuevas guerras con las tribus rivales. Desde los años 1960, estas prácticas fueron prohibidas. Sin embargo, la influencia turística ha fomentado el comercio ilegal. De hecho, algunos locos cortaron cabezas de cadáveres para convertirlas en tsantsas y luego venderlas en el mercado negro.
Para volver a nuestra historia, nos sentamos frente al pueblo y les explicamos, con la ayuda de Vincente, la razón de nuestra venida. Hay mucha incomprensión y duda. Después de la palabra del representante, Angel, nos levantamos y posponemos la reunión al día siguiente.
El día siguiente, explicamos nuevamente la razón de nuestra venida. Algunos quedan en la duda. Uno de ellos piensa que somos de la iglesia y nos pregunta si somos enviados por el diablo. Todo el mundo se ríe y nosotros también. Finalmente, aceptan nuestra presencia por 10 días al seno de la comunidad.
Si nuestra buena fe fue puesta en duda, hay razones. En los años 60-70, los misionarios vinieron a conquistar con el nombre del cristo. De regalo en regalo, los shuars se dejaron convencer. Aceptaron que los padres católicos llevan a sus hijos para educarlos, o mejor dicho para conformarles al modelo occidental. Angel nos contaba que los padres le llevaron contra su voluntad. Eran golpeados, tenían que obedecer a los órdenes sin decir nada y adaptarse a una nueva forma de vida. El idioma shuar era totalmente prohibido. Hablarlo era sinónimo de no tener acceso a comida. Un día Angel decidió escaparse para volver a su casa : » Todo había cambiado, no me acordaba de mis ritos ni de mis raíces, tuve que aprender todo de nuevo. Siguiendo estos años, perdimos muchas tradiciones «. Es de esta manera que centenas de tribus amazónicas dejaron a su vida tradicional por el modelo occidental.
Actualmente, los shuars Maikiuants intentan de restablecer totalmente su cultura. Tienen su propia educación a fuera de los programas gubernamentales.
Antun Chias Ipiaknua, habitante y profesora de la escuela
Galo, presidente de la comunidad, nos confía: » llevamos la ropa cultural de vez en cuando, pero mira al alrededor, nuestra manera de pensar nunca ha cambiado. Vivimos en la selva, nuestro dios Arutam está en la selva. La tratamos con mucho respeto porque es a la vez nuestra amiga, pero también se puede convertir como enemiga en caso de peligro «. Poco a poco, aprendemos a conocerles, a entender el enlace que mantienen con la naturaleza.
rana encontrada en la selva
Respeto a nosotros, somos aceptados, pero tenemos que adaptarnos a las costumbres y a la comida. A parte de los primeros días que fueron un poco más difícil (las larvas de tierra están de vuelta y esta vez en cantidad) lo demás fue fácil a comer y mismo muy rico. La cocina shuar es bastante sencilla y poco condimentada. La base alimentar está compuesta de:
- Plátano. Verde, maduro, pequeño o grande. Lo encontramos en todas las comidas
- La yuka
- La chonta (durante el mes de mayo), fruto de una palmera
- La papa china, papa blanca al sabor poco pronunciado
- El camote, papa dulce blanca
- El choclo
- La palmita, corazón de palmera. Se encuentra en muchas sopas
- Iñak, bola con pulpa naranja.
De vez en cuando, estos alimentos son acompañados de carne de vaca (algunos tienen unos animales) pero el más común es con pescado, wanta ( más conocido con el nombre de agutí) o larvas.
jovencita con una wanta
La chicha es una bebida sagrada en numerosas comunidades amazónicas y lo es también en la cultura shuar. Aquí, la chicha es principalmente hecha con la yuka (mandioca). Esta bebida está distribuida a cualquiera hora del día por la mujer quien la ha elaborado. La chicha es fermentada unas horas antes de ser servida. Sirve a la vez para la sed y también para el hambre. La mujer distribuye la chicha de mano en mano. Después de haber bebido unos tragos, es importante de devolver el amamuk (grande recipiente conteniendo la chicha) a la misma mujer, quien lo pasara al siguiente. De esta manera, se puede beber una olla de 10 litros en menos de una hora.
Como descrito anteriormente, las larvas son un manjar muy apreciado en la cultura shuar. Durante nuestra estancia, pudimos probar dos tipos de larva: los Ijiach al sabor especial, viviendo bajo la tierra y los Mukin. Estas viven en el tronco de palmeras y están muy ricas. Acompañamos unos miembros de la tribu para ir a cosechar las larvas. Caminamos a través de una selva densa y húmeda, a donde el ruido producido por los insectos nos lleva en un otro universo. Nos hacemos un camino con los machetes y subimos la corriente de un pequeño río. De repente, Jaime, un shuar joven nos grita: » la equis, la equis!» nadie se mueve. Percibimos la serpiente venenosa instalada en el hueco de una piedra. Pinchu nos exige de pasar a 3-4 metros de distancia. Pasamos al lado, el animal no reacciona. Estamos ahora en seguridad. Pinchu nos cuenta: » Si un día una serpiente les muerde, el primer reflejo a tener es matarla. Luego, hay que abrirla para absorber la pequeña bolsita negra (la hiel) pegada al hígado. De esta manera sobrevivirán»
la equis instalada en la piedra
Después de una hora de caminata, alcanzamos las primeras palmeras. Tres meses antes, una parte de la comunidad vino a cortar las palmeras para dejarlas pudrir al suelo. Una vez podridas, vuelven a la selva para la cosecha. Es a golpe de machete y de hache que el tronco está cortado. Las larvas se encuentran en capullos grandes elaborados con la madera de la palmera. Los troncos están llenos de larvas. De vez en cuando, comemos una larva cruda para recuperar fuerzas. De verdad, mismo crudas son excelentes. Tienen un sabor comparable a un queso suave europeo.
Al shuar le gusta jugar con los elementos de la selva. Antes de volver al pueblo, nos enseñan el «juego de la liana». Después de haber cortado los troncos tapando el camino, es tiempo de lanzarse. Nos balanceamos como Tarzán en su liana. Las risas y los gritos atraviesan la selva. Más nos vamos por todos lados, más las risas son intensas. Pasamos una buena hora a intentar de ir el más lejos que se pueda. Un momento increíble de simplicidad.
Aunque los Maikiuants no llevan la ropa tradicional diariamente, no la han perdido. El viernes, los niños tienen que llevar el vestido. Las mujeres son vestidas de un traje largo azul. Al vestido, se agregan collares y aretes. al nivel de la talla, llevan un cinturón hecho de varias semillas. De esta manera, durante las fiestas y los bailes, las semillas emiten un sonido harmónico con la música producida por las largas flautas y las calabazas. Los hombres son pequeños y tienen una morfología fuerte. Están sin camisa y llevan un collar largo en cruz. El collar está compuesto de una multitud de semillas negras y rojas, así como de huesos de búho llamados » los tallos». Llevan una falda larga bajo del cinturón de color blanco y azul. Las autoridades llevan a veces un sombrero hecho de plumas de pájaros tropicales. Al momento de las festividades, los hombres tienen un conjunto de semillas amarado a sus tubillos para hacerlas vibrar al sonido de la música.
El viernes, los jovenes llevan el traje tradicional
En la comunidad, las tareas son bien divididas. Los hombres se encargan del trabajo físico mientras las mujeres cuidan la vivienda: cocinan, cuidan a los niños y elaboran también cerámicas para la cocina. Un arte interesante que se transmite de generación en generación. Primero, las mujeres se van a buscar el Nuwe (arcilla del rio) o una tierra tierna. Luego, tallan platos para comer llamados pinink o recipientes para la chicha llamados amamuk. Una vez el plato terminado, hay que dejarlo secar tres días encima del fuego. Una vez secado, está colocado en el fuego. la creencia exige de nunca dar espalda al fuego para que no se quemen los platos. Una vez cocidos, son pintados con las semillas rojas del achiote (están también utilizadas por las pinturas corporales). Para terminar, dibujos y frases están gravados. Representan a la vida shuar.
Después de unos días, durante el almuerzo, Angel nos anuncia que mañana será el día del vomitivo. Esta práctica sirve a purificar el cuerpo, escupiendo la acidez acumulada. A las 4 de la mañana, nos despertamos y caminamos hasta el centro comunitario. Enormes ollas están en el suelo. Contienen el líquido vomitivo. Ángel nos explica » hay que beber, beber y beber hasta que todo salga de una vez «. El pueblo entero se pone a vomitar y nosotros también. Una vez purificado, nos vamos a desayunar.
Anteriormente, esta práctica era diaria. Hoy, sigue practicada todas las dos semanas.
Viviendo esta experiencia, nos dimos cuenta que los Maikiuants son los sabios de la selva. ¿Cómo descubrieron que esta planta tiene un efecto de purificación? Es fascinante porque se trata de años de pruebas, de transmisión entre generaciones. Empezamos a entender sus conocimientos a través de sus gestos y actitudes con la naturaleza. Nada es cortado o agarrado involuntariamente. El paso, la manera de desplazarse parece calculada para no deteriorar a nada. Cada hoja es un ser vivo, cada brisa es una señal de la selva, cada ruido tiene un sentido.
Las plantas hacen parte de la vida de los Maikiuants. Que sea para comer, para curarse o para tener visiones, son omnipresentes. Tenemos la suerte de participar en un baño Shuar.
Primero, hay que ir a recolectar piedras en el rio. Luego, las piedras son llevadas en la Jea (vivienda tradicional) a donde están calentadas con leña seca. Ollas grandes están en el fuego. Las plantas medicinales están incorporadas a las ollas (de vez en cuando, echan plantas alucinógenas. Pero esta ceremonia exige unos días de ayuno). Una vez que el líquido está bien macerado, dos personas se colocan alrededor de la olla con un manta en la cabeza. Les piedras calientes están puestas en la olla, liberando una ola de calor intenso. A este momento, la sudación empieza. Más pasa el tiempo más el tamaño de las piedras aumenta. Las olas de calor son cada vez más difíciles a aguantar, pero el aroma que sale de la olla es exquisito. Por rato, nos tomamos un trago de chicha compuesta de mandioca, de caña de azúcar y de jengibre para no deshidratarse. Una vez el baño terminado, hay que salir y dejarse secar al aire. Con objetivo que el aroma de las plantas penetre el cuerpo, es mejor no bañarse durante dos días. Antes de este baño, Julien tenía un resfrió. Salió del baño en prefecto estado…
La ceremonia de la ayahuaska : Ayahuaska es actualmente un nombre comercial en toda la amazonia. Su gloria queda en la mezcla de dos lianas cuyo efecto es producir visiones. Por esta razón, la ceremonia se encuentra en muchos circuitos turísticos. De vez en cuando, falsos chamanes proponen ceremonias a bajo precio. Los turistas en confianza no consideran a veces los riesgos, olvidando que la liana puede matar si no está tomada de manera correcta.
Hace siglos que la ayahuaska es consumida por numerosos pueblos amazónicos. Los primeros signos de su consumo fueron observados en el Ecuador, luego en Perú, en el Brasil y en Colombia. Las tribus amazónicas la usan para ver el buen camino a tomar en caso de conflicto, duda, matrimonio etc… Permite tener visiones de su propia existencia, así como entrar en contacto con la selva para entenderla y no dejarla llevar a su vida. Por su enlace espiritual entre el hombre y la naturaleza, La ayahuaska es venerada por las comunidades amazónicas. Los shuars Maikiuants practican la ceremonia de la cascada. Anteriormente era el paso para ser adulto. Actualmente, solo los más temerosos la hacen. La ceremonia es difícil y requiere un físico preparado a todo tipo de desafío.
Actualmente, los shuars siguen a consumirla. Antes de tomarla, es importante de ayunar y evitar consumir carne durante unos días. De hecho, la ayahuaska provoca vómitos fuertes y dolorosos. Menos los alimentos son grasosos màs los vomitos serán tranquilos.
Si los shuars son excelentes cazadores, saben también cultivar la tierra. el trabajo es comunitario. Cada familia tiene su parcela, pero los alimentos son compartidos entre todos. No hay ninguna subordinación, todo el mundo trabaja juntos con buen humor, risas y cantos. Tenemos la suerte de acompañarles a la minga (Cultivar las tierras) de Pinchu. El terreno está en una pendiente facilitando la tala de los árboles. Lo increíble es que no hay ninguna máquina. Las únicas herramientas son el machete y el hacha. Los hombres tumban los árboles, dejando escapar un ruido impresionante. Mientras, preparamos la tierra para que las mujeres puedan plantar la mandioca. Ningún hombre puede plantar. Los troncos son dejados en la mitad de la parcela. Con los meses, van a podrirse y producir un abono natural.
Después del esfuerzo, el almuerzo
Es acercándose a las raíces del humano que observamos su equilibrio vital. Menos una sociedad es alterada por los artificios de la modernidad más se acerca a este equilibrio que podemos definir en una única palabra: la felicidad. La felicidad está en cada uno de nosotros. Sin embargo, la hemos ahogado por las obligaciones dictadas por el mundo industrial. Los medios de comunicación, la televisión, la publicidad nos presentan un modelo falso de la felicidad. De hecho, La felicidad es el sinónimo de libertad. El hombre libre sigue sus inspiraciones, trabaja en comunidad, come productos naturales, toma el tiempo de cantar y de reír para expresar el goce de la libertad.
Sin embargo, nuestro mundo de crecimiento compromete su libertad. La cordillera del cóndor, a donde se encuentran los Maikiuants, ha sido concesionada por el gobierno ecuatoriano. Rafael Correa, presidente hasta marzo 2017 vendió las tierras a la industria minera. El territorio ha sido divido entre China y Canada. Los pueblos vecinos ya conocieron la represión de estas grandes multinacionales. Por defender sus intereses y sus tierras, los Maikiuants son considerados como terroristas. Ángel nos confía: » No puedo salir de la comunidad. Podrían matarme. Solo quiero defender la tierra de mis ancianos. Nadie quiere vivir por otro lugar. No pedimos nada, lo único que queremos es vivir en paz. Espero que nuestra voz será escuchada a fuera del Ecuador»
Pinchu et Ipiaknua, pareja de la comunidad
Después de haber pasado 10 días con los Maikiuants, es muy emocionado que caminamos hacia el pueblo de Limón. Después de 6 horas de caminata intensa, alcanzamos el primer pueblo llamado la Victoria. Los Maikiuants nos avisaron: Tenemos que organizarnos para pasar discretamente porque la población de la Victoria está apoyando a los proyectos mineros. Estos podrían meternos en problema si se enteran de lo que estamos haciendo aquí. Como lo organizamos, el vehículo nos espera y pasamos el pueblo sin ningún inconveniente.
Hay que vivirlo para entenderlo, pero esperemos que esta lectura les permitirá de sentir una parte de nuestra experiencia. La armonía de esta comunidad es increíble. La gente canta, ríe y comparte todo con usted. Nos fuimos con muchas emociones, con una nueva familia en la selva. Los niños nos han emocionado mucho. Sus sonrisas quedaran grabadas. Pudimos ver en los ojos de este pueblo el miedo de ser expulsado o matado.
Esperemos sinceramente que su voz podrá cruzar el atlántico.