Estas palabras no son nuestras, sino las del actual presidente Horacio Cartes. Este, delante de una asamblea de empresarios había proclamado » Vengan y usan de Paraguay, porque este país es la prostituta barata y linda de América del Sur » De hecho, esta frase demuestra la coyuntura actual del país.
Después de la dictadura de Stroessner, la cual acabo en 1989, el Paraguay es actualmente en plena democracia. Obvio, hablamos de la democracia al beneficio de la oligarquía, donde todos los abusos son permitidos. Y eso se confirma directamente a la frontera, en Ciudad del Este. La locura de la ciudad te envía andar a través de los numerosos edificios mostrando las últimas tecnologías disponibles mientras un montón de vendedores intentan venderte las peores infamias. El más «divertido» es: más te alejas, más van en el ilícito. Primero, empiezan con un afeitador y electrónicos y acaban con cocaína y chicas baratas.
Comparamos este lugar al apocalipsis de la humanidad a donde todo el mundo esta aquí para consumir al exceso a precios increíbles. No hay que creer que los productos son de baja calidad. Al contrario, son todos auténticos (a lo menos por el electrónico). Entonces, se preguntan probablemente como eso es posible pero no olvidamos que estamos en Paraguay. Todos los productos son importados ilegalmente de los Estados Unidos o de Asia sin ninguna imposición.
Tememos una cita con Tomas Zaya Royas (Tomas es un militante Marxista socialista, representante de los pequeños agricultores) en la comunidad del Triunfo. Los primeros kilómetros nos muestran un contraste enorme con Brasil. Aquí, la gente vive en cabañas rusticas de madera, rodeada por los campos. Las vacas están en la orilla de la ruta. La precariedad hace su aparición.
El objetivo de nuestro encuentro es realizar un reportaje de los agricultores sin tierra (como la temática está mal vista en Paraguay, intentamos disimular nuestro reportaje para no atraernos problemas)
Para entender la agricultura en Paraguay, es importante hablar de su inicio. En 1990, el país contabilizaba 65 % de agricultores viables. Por las razones citadas anteriormente, la industria se ha instalado poco a poco. Numerosos brasileiros pasaron la frontera para tener derecho al paraíso fiscal. Estos compraron tierras a los agricultores paraguayos (a un precio elevado en comparación al nivel de vida). Los grandes dueños han de esta manera adquirido cada vez más tierra, para finalmente rodear pueblos enteros de soja. La fumigación de glifosato se encargó matar a los animales. Luego aparecieron las enfermedades, los canceres etc… Es de esta manera que comunidades completas han desaparecido. La gente no tenía otra posibilidad que irse del lugar a donde nació. hoy en día, estos lugares se han convertido en ciudad fantasma. Resultado: De los 65 % de agricultores en 1990, solo quedaban 38 % en 2012 y una previsión anuncia 12 % antes de 2030.
Una vez eyectados, estos agricultores se agrupan en barrios pobres a donde trabajan por el servicio de los latifundios. Siempre a proximidad de los vapores de veneno (como se llama el glifosato aquí), están sometidos a la enfermedad y ven la muerte como una fatalidad. Triste imagen ver estos niños jugar sin preocuparse y saber que son condenados a una muerte prematura.
Otros esperan en la orilla de la ruta. Dos años de esperanza, bajo techo de plástico y en condiciones insalubres. La esperanza de una eventual reubicación, que puede ser, nunca será realidad.
Durante estos días muy ocupados por los reportajes, asistimos también a una reunión nocturna en la propiedad de Tomas. El objetivo: una recuperación de tierras.
Hay aproximadamente una centena de personas acudiendo a la reunión y al día siguiente, Tomas aprende por teléfono que uno de sus enemigos estaba en la reunión misma. Mentira o no, nunca lo sabremos con certitud. Sábado, día de la recuperación de tierras que se hará en la noche. En la mañana, vamos por Ciudad del Este para recuperar el ordenador que estaba en reparación. A la vuelta, nos damos cuenta que un coche de la policía esta estacionado en frente de la comunidad. Volvemos a la casa y Tomas nos anuncia con ansiedad: » Están muy tarde, tenía miedo que les pase algo. Todo el día, La policía ha dado vuelta en la comunidad y pensaba que les había parado para cuestionarlos. Ellos saben por la recuperación y tenemos que cancelar el evento. Podrían creer que ustedes son activistas. Tenemos que quedarnos tranquilo»
8 horas, el teléfono suena: el jefe de la policía de investigación. Anuncia a Tomas que le visitará mañana de madrugada. Es la primera vez que vemos tomas con tanta ansiedad. Nadie sabe realmente el motivo de esta llamada.
La misma noche, nos apuramos hacer una copia de todo el reportaje. El ambiente esta pesado. Pues, veremos lo que pasa el día siguiente.
El día siguiente, estamos en la bici a las 7 horas. A primera vista, no hay ningún coche de policía y decidimos irnos hacia Asunción. Este encuentro se acaba con esta historia y no tendremos ningún problema en cuanto a nuestro reportaje.
Nuestra ruta hacia el norte del Paraguay será hecha de numerosos encuentros amigables y nos permitirán probar los diferentes platos del país, cuyo los más populares son: la sopa paraguaya (un queque de choclo y queso, extraño por una sopa), la mandioca (se consume durante todas las comidas) y también las tortillas (Aquí, es una masa compuesta de harina de trigo, huevos, agua y verduras. Todo frito en aceite)
En la ruta, tenemos también que afrentar la policía. Un poco antes de Azetoy, un puesto de policía nos para. Contestamos a sus preguntas que consisten como siempre en preguntarnos a donde vamos, desde hace cuánto tiempo estamos en la ruta etc… Luego, uno de ellos imagina que tenemos mucho dinero y le gustaría un pequeño regalo de nuestra parte. Julien le dice que nos tenemos plata cuando de repente, dos hombres con grandes sonrisas se interponen en la conversación. Uno de ellos nos explica que su abuelo es también de Bélgica. Conversando, nos confían que tienen una empresa en el sector de la producción de mate y nos ofrecen varias cajas para hacer el famoso Terere (hierbas mate mezcladas con agua helada). Sin saberlo, nos ayudaron a escaparnos de largas argumentaciones con los policiales corruptos y, además, nos ofrecieron una parte del «regalo» destinado a la policía.
Última etapa hacia la frontera del Norte, separando el Paraguay, del Mato Grosso do Sul en Brasil. La ruta arenosa es sin ninguna duda la más divertida desde nuestra llegada en el país. Los campos de soja se han convertido en ganaría. Unos picos extraños salen de la tierra y embellecen el paisaje.
La ruta es casi desierta y somos conscientes que tendremos que pararnos antes del atardecer (la ruta es un acceso principal por el narcotráfico). En los alrededores de las 15 horas, paramos a una casa para recargar nuestras botellas de agua. Así, podemos cocinar en la noche. Un señor nos pregunta con un castellano aproximativo: ¿Porque quieren seguir ahorra? Nos recomienda dormir aquí, porque de noche es peligroso y no hay nada. Aceptamos su invitación y estamos convidados a celebrar el cumpleaños de su esposa. Como siempre en Paraguay, una banda de niños nos observa con una grande sonrisa, haciéndonos preguntas en guaraní en cuanto al equipamiento que sacamos de nuestras alforjas. Pasamos un muy bueno fin de tarde a subirles en nuestras bicis y a sacar fotos con ellos. Laurent planta también una vela al centro del pastel de la esposa.
El día siguiente debía ser nuestro último en Paraguay. Llegando a Bela vista, gastamos nuestros últimos guaranís (dinero local) y pasamos la frontera. Es de lejos la frontera la más ridícula que hemos visto hasta ahora. Un hombre está sentado en una silla tirando palomas con su pistola. Este nos anuncia que no hay ninguna oficina para sellar nuestros pasaportes. La única oficina se encuentra a Ponta Porã, a 150 kilómetros de nuestra posición actual. Con rabia, decidimos primero seguir ilegalmente en Brasil. Luego, pasamos en frente de una oficina de la policía militar y les preguntamos más informaciones. Después de unas llamadas, nos indican que estamos en situación ilegal en Brasil. Si no volvemos a Ponta Porã, tendremos que pagar una multa una vez que alcancemos la salida de Brasil.
Decidimos volver en Paraguay. Buscamos un lugar para dormir y a donde dejar las bicis en seguridad. Terminamos en la casa de Luis, que habíamos encontrado un poco más temprano en el mismo día. Que personaje con grande corazón! Además de recibirnos, nos invita a cenar y pasamos una excelente noche en un bar cerca de su casa.
Finalmente, después de un día pasado en los buses y en las oficinas de la administración, obtenemos nuestros sellos y podemos así seguir hacia el Pantanal brasileiro.