Antes de entrar a Brasil, no sabíamos que la región del sur tenía una biodiversidad tropical. De hecho, numerosos pájaros, capibaras (más grande roedor del mundo) y jacaré viven en la Reserva do Taim. Capibaras: hay por todos los lados. Desafortunadamente, tantos muertos como vivos. En la orilla de las rutas, encontramos muchos cadáveres dejando un fuerte olor de podrido en el aire.
Después haber efectuado un par de kilómetros en el asfalto brasileiro, las playas del sur nos atraen demasiado.
Pasamos una última barrera cerrada con cadena, para luego llegar en una explotación de pinos.
Poco a poco, el ruido de las olas aumenta. ¡No estamos lejos! Empujamos nuestras bicis en las últimas dunas de arena cuando de repente es la pura alegría. Después de la monotonía asfaltada de los últimos meses, la sensación de libertad nunca ha sido tan fuerte.
Aparte de unos pescadores, garzas y gaviotas, no cruzamos a casi nadie. Una vez en la reserva do Peixe, la humanidad vuelve a aparecer de una forma lamentable. Cadáveres de tortugas, a veces centenarias, se amontonen en la playa. Nuestro primero cadáver nos da directamente la explicación de este desastre ecológico: su cuello está enganchado en un rede de pesca. Podríamos creer que los responsables son los pescadores locales, pero no es el caso. Son los barcos de pesca industrial practicando la pesca con redes que desbastan el fondo de los océanos.
Cruzada de un lago con una bote de pescador
Después esta aventura en las playas del Sureste, seguimos el viaje con Porto Alegre como próximo destino. Allí, tenemos que encontrar a Jean al frente de un bar/supermercado a donde él y sus amigos nos esperan. Buena oportunidad para hacer nuevos encuentros. Encontramos a Richard y a Juliana, una pareja de futuro viajeros a bicicleta ( el proyecto : um casal na America) y María, una bióloga que trabaja en los alrededores de Porto Alegre. Es con sorpresa que nos anuncia que cerca de la ciudad, hay una reserva que alberga los monos aulladores llamados “bugiu”. El día siguiente, nos vamos todos juntos en la reserva. Desafortunadamente, no cruzamos el camino del bugiu.
Después de esta escala, empezamos a dirigirnos hacia la Sierra. Primera noche en Taquara, a donde la brigada militar nos recibe con alegría.
école militaire
Antes de irnos, explicamos nuestro itinerario a los militares, que nos ven como loco. Quieren absolutamente enviarnos al litoral (a donde no hay muchas cuestas). Seguimos con nuestra idea y no vamos a arrepentirnos. Los pueblos y paisajes cruzados son encantadores: una mata atlántica salvaje (bosque atlántico: Pues, lo que queda, porque este bosque ha conocido una deforestación importante) cubre las valles. Plátanos, mandarinas, naranjas, limones, flores con miles de colores, pájaros colorados cruzan nuestro camino. Viéndonos, los habitantes como los cebús se paran lanzándonos una mirada de sorpresa. El silencio de la naturaleza es solo perturbado por los ladridos de los numerosos perros corriendo atrás de nuestras bicis. El calor y las subidas sucesivas son duras pero amamos eso. Para nosotros, es eso viajar de bici: ir a lugares donde nadie va….
Una vez la sierra do Umbù cruzada, entramos en la sierra Geral.
La dificultad de los caminos y las noches heladas de la sierra son recompensadas por la belleza de los cañones y de las cascadas que nos dejan sin voz.
Una vez en la Sierra do Rio do Rastro, pasamos nuestra primera noche en la carpa con un frio tremendo (menos 5 grados) ¡Difícil a creer, pero sí, estamos bien en Brasil! El día siguiente, la bajada de la sierra que esperábamos con impaciencia se convierta en una autopista. De hecho, muchos brasileiros decidieron ir a la sierra para sentir el frio y tocar el hielo. Al cambio de dejarnos deslizar, tenemos que frenar todo el tiempo.
Última etapa para llegar a Florianópolis. Decidimos tomar la BR101. En Brasil, el problema en las rutas es que no hay banquilla de seguridad para circular. Muchas veces, tenemos que hacer un sprint tremendo para escapar a los carros y camiones que se acercan con mucha velocidad. Estamos mismo forcados a hacer dedo durante 20 kilómetros tanto la ruta es peligrosa. Es de noche que circulamos en las rutas de la ciudad de Florianópolis. El tráfico es intenso y las banquillas de seguridad inexistentes. La adrenalina está a su máximo. Terminamos esta carrera subiendo una colina y es con sudor que llegamos a las 21 horas a la casa de Matheus, un joven estudiante viviendo con 5 otras personas.
Agradecemos a todas la personas que nos recibieron en la ruta
La posada italiana in Mezzo ai Monti situada en el pueblo de Boa Esperança. nos ofrecieron una noche y un desayuno completo
Fabiano en su posada Fortaleza en Cambara do sul, quien nos ofreció dos noches y dos desayunos completos
El vicealcalde de Sao José dos Ausentes que nos pagó una noche en un hostal.
Fransisco, su padre y su hermano, que nos invitaron a una cena completa, una noche en su posada acompañada de un desayuno completo
Viva ao povo Brasileiro !