Después de unos días de descanso, dejamos Valparaíso. En otro tiempo era el puerto el más importante de América latina; Actualmente, es una ciudad de mil colores bordeada por el océano Pacífico. Este momento de descanso fue necesario antes de la ascensión de la cordillera que separará Chile de Argentina.
En el camino hasta la frontera, caemos en plena temporada de las cosechas. Hectáreas de plantaciones de paltas, de limones, de manzanas, de peras, de uvas y viñas. ¿Porqué ir al supermercado cuando solo tenemos que tender la mano para comer una fruta?
Última prueba en Chile: el increíble «CARACOL». Subida mítica que serpentea la cordillera por sus 32 curvas, el punto culminante se eleva a 3100m. Una grande prueba física que atravesamos sin dificultades. En la cumbre encontramos estos chicos argentinos yendo a Santiago para un evento del ciclismo. Pasamos una buena noche bajo los sonidos de guitarra y las tazas de mate cocido (bebida local)
Una vez La frontera atravesada y nuestro pasaporte sellado, disfrutamos de la bajada larga. De repente, vimos a nuestro antiguo compañero de viaje, Alexis. El anda por el lado opuesto al nuestro. Sacamos provecho de este momento para compartir nuestras aventuras en un ambiente excelente. Aunque nuestras visiones del viaje sean diferentes, lo que ha sido la causa de nuestra separación, estamos contentos de volver a vernos.
Nos quedamos 3 días en Mendoza, en el «pueblo» de Lulunta, en la casa de Philippe. Un francés que decidió residir definitivamente por el otro lado del Atlántico. Después de reportajes, conversaciones, asado y vino andamos de nuevo a través de la Pampa para efectuar los 1100 km que no separan de Rosario.
La travesía de la Pampa fue muy larga, física y ventosa. A pesar de la monotonía del camino, los encuentros y los imprevistos fueron numerosos:
La manera de recibirnos en Quimes fue espectacular. Somos invitados a proyectos diversos y a la radio para explicar nuestra venida en este pueblo pequeño.
En Achiras, llegamos remojados por las lluvias del día. Pero el intendente del alcalde nos invita en su casa. En la misma noche, somos invitados a un concierto musical seguido de una entrevista para la televisión de Córdoba.
Somos escoltados sobre una treintena de kilómetros por la policía local. Motivo: camino demasiado peligroso…
Las varias escuelas donde pudimos compartir la experiencia con los alumnos impresionados. Fue un placer hablar de aventura y de ecología.
Una vez en Rosario, quedamos en la casa de Silvana, una señora de 90 años con mucha energía y con quien podemos hablar de todo. A unas cuadras de su casa, es Felipe y todo el equipo del bar el Chipaco quien nos hacen pasar una semana de locura: asado, kayak sobre el río Paraná y la vuelta de los bares de la ciudad.
Podemos decir que Argentina es un país que nos ha súper bien recibido.
Uruguay se perfila, un nuevo horizonte se dibuja.